La palma de mi mano
se interpreta abierta
en la incandescente
transparencia de todo lo que
no puedo
hacer bien.
Sobre ella cae tu magma,
esquivándonos dibujamos
en el cielo las curvilíneas
marcas de la esfera predictiva
que habitamos.
El miedo llega hasta la punta
de la aorta...y como un iceberg,
que agrieta lo efímero ataca.
Activamos la defensa,
deshacemos los lazos,
miramos todos los relojes
y contra todo pronóstico,
callamos.
Luego comienza la batalla de los días y días,
la persecución de nubes y los juegos de los gatos,
pero eso, es historia de otra copa.
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