miércoles, 18 de julio de 2012

Saber.


Vencer el echo de esas ideas que te llegan en la madrugada con la única respuesta que puede darte el silencio, vencer la duda de saber que no puedes  tomar a voz de nadie para ser correspondida ante la duda  de saber a donde van todos cuando mueren.
Estar en esta perpetua línea flotando ondulantemente sin destino, o tal vez con uno.
 Andar sin saber hacia donde vamos.
Despertar por la mañana con esa impresión de que hoy es día de respirar los aires que viajan desde Portugal y te hacen recordar. Tal vez  sea  por extrañar a un ente físico, tal vez es extrañarte a ti misma de alguna manera, por que todos morimos en diferentes ciclos de nuestra vida.
Las viejas heridas no vuelven a abrir, son laceraciones permanentes que están redundando, que buscan los momentos  definidos para posar y expandirse en recuerdos, las etapas y los ciclos que en algún momento cerraste y en los que de alguna manera moriste también.
Creo que los seres humanos  agonizamos en mas de una ocasión, sucumbimos y morimos continuamente en un juego donde las muertes mas graves y hondas son aquellas que se aguardan en los recuerdos de cuando alguna vez fuimos niños.
Son maneras de morir.
Escuche en algún momento que las mariposas nocturnas que habitan en los sótanos o bajo los muros, que mas bien para mi son polillas muy grandes, significaban  la muerte de alguien en un tiempo muy cercano.
Esta noche escribiendo en la terraza, junto al café y el humo de un cigarrillo, me  comienzan a acompañar unas diez de ellas, hay algunas  muy oscuras con pigmentos claroscuros que se desprenden al tocarlas, la verdad,¿ que haces?, No esta bien inquietarse. Llegan en pares a hacer compañía ,de las cuales   tal vez diez de ellas son momentos  de esta noche ,en los que mi mente se desvanecerá y morirá lentamente en los recuerdos que ahora arden desde que desperté por la mañana, desde que me prepare el café colombiano que me envió  Fernando por última vez por paquetería. Tratas de prepararlo lentamente para consumir su aroma y nada se desperdicie de él, tratas de dar el primer sorbo y sonreír con los ojos cerrados bajo el efecto del recuerdo, pero no; es como inevitable, ante los sentidos, das el primer trago y toda la vida se te viene en tragos de lagrimas sin control, café con sal, y lagrimas, así pasa, hay días que simplemente, el café sabe a sal.
Dios al parecer no quiso que fuera un rayo de sol, tal vez por que no soy suficiente poco humano para poder ser tal cosa, por que espera a que llore, por las rozones por las cual tuvo que morir.
Soy el siguiente acto que espera entre vestidores, con un leotardo oscuro que se desvanece entre las sombras, dejando mis pierna y mis brazos, como piezas descolocadas en el universo. Mi rostro y sus extremidades  pegadas  en un tronco imaginario. Teatro negro, mis ojos son el  marcapasos, de un sinfín de preguntas que no pueden ser respondidas, y todo se calla en mi boca roja, pintada con la sangre que no tengo.
Soy una polilla que solo quiere compartir luz y dejar de ser una infame superstición.
Soy solo un insecto tratando de salir de la noche. Solo me quedo pegada en las hojas de las letras sin sentido . Porque no hay otros.
No esperes que grite, no esperes que mienta, no esperes que muera por mí, no seas igual de divino que Jesús.
No te queda, nos queda mas, ser así, indecentes sin perder la elegancia.
No me mandes mas polillas gigantes  esta noche que volaticen en tiza, y yo me quede aquí aun así sin una respuesta con la taza de café colombiano que mandaste por septiembre cuando llovía igual que el día que me dejaste aquí, con las dudas entre los labio, y los ojos de polilla que miran al cielo y respiran a Portugal.


Te extraño.


T.










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