martes, 1 de mayo de 2012

Una palabra.

Mientras dormía, se me clavó en el oído una palabra.

Desperté asustada; qué querría decir esa palabra.

No pude escucharla. La sentí moverse inquieta, deslizarse por los conductos de la oreja, dar vueltas sobre sí misma.

Me hizo cosquillas; tuve escalofríos. Me dio gracia; temí volverme loca de repente.

Qué querría decir esa palabra.

Moví la cabeza, como cuando salgo de la alberca con los oídos tapados de agua clorada. Pero no sirvió.

Pregunté si no sería un bicho, una mosca imprudente, un mosquito. Respondí, es sólo una palabra de siete letras, tres sílabas.

Me levanté, prendí la luz, fui al baño, me miré en el espejo. No vi otra cosa que las marcas, dos ojeras negras y pronunciadas, bajo los ojos acuosos. Resignada, volví a la cama.

Me reconfortó pensar que, tal vez, la palabra formara parte de un poema. Un poema anónimo que, de a poco, se esté escribiendo dentro de mi oreja. Un poema, quizás surrealista, tal vez visceral, que se completará, de forma inaudible, en cuanto cierre los ojos y vuelva a dormir.






4 comentarios:

  1. quizas la palabra anonima no era de 7 letras...quizas ese poema solo decia "te extraño"..y me escondo en el anonimato de lo q alguna vez fue publico, y me escondo como hoy por mantenerme como solo un simple seguidor de quien alguien antes fue un amante... KeTal..

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Me encato... y cual es esa palabra de siete letras?

    ResponderEliminar
  4. Créeme que ahora que lo pienso... nunca lo sabre...

    ResponderEliminar