viernes, 28 de septiembre de 2012

Microcuentos IV.


-No servia para llevar corbata , solo hacia  nudos narrativos.

-Comprendió todo entre tanta nada. Ese todo que nada era.

-Él piedra. Ella lago. Fue una corta historia de ondas en el agua.

-Pidió permiso para vivir entre paréntesis.

-Ser mujer de ideas cortas no la ayudó a la hora de escribir microcuentos.

-El ezomeprazol regula el ph gástrico.  Pero no elimina las malditas mariposas del infierno de su estómago.

-La sirena no entendía por qué su príncipe azul tenía piernas. - ¡Corten! - gritó.

- Las aves de la cárcel volaron,  bajo libertad condicional.

-Sobrevivir tantas veces a todas las versiones de este cuento.

-Cada uno de sus minicuentos era una novela abandonada.

-—¿Qué harás el día que yo ya no esté? —Volver a hablar en singular.

-La leyenda contará que fuimos imaginarios.

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