lunes, 10 de septiembre de 2012

Microcuentos III



·     Se tragó el orgullo. Casi se asfixia.


· Los vendedores de ruinas a veces dejan caer  sus piezas para darles más autenticidad.



     ¿Bolsa? — Bolsa. — ¿Guantes? — Guantes. — Bien, levanta el cuerpo. Me parece escuchar sirenas.



· "Te amo sobre todas las mesas", dice el. Yo le respondo: Estoy servida.



· Matemáticamente su amor por ella era infinito. Acto seguido se perdió en el espacio.



· Nos hemos puesto de acuerdo en algo finalmente, padre: te enterraremos antes de que mueras.



· Ordenó espiar, encarcelar, torturar y matar a miles. Y al final, no logró averiguar qué era lo que tanto le gustaba del poder.



· La distancia entre ellos se medía en lenguas.



· Ambos sabían que estaban en una isla desierta, algún día iban a coincidir.



· Y un día, Caperucita dejó de temerle al lobo... y él no supo qué hacer.



· Pasó tantas noches pensando en el que ya no recordaba cómo se dormía.

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