"Respiraba a bocanadas tu ausencia, escuchaba tu mirada pero
no decías nada, una y otra vez aúlla, persiste el silencio, el
reclamo".
La indiferencia en los humanos es a veces como improvisar en el
teatro.
Uno supervisa cada movimiento para que este sea perfecto, con una
postura y un lenguaje corporal que evoque misticismo y elegancia, y cuando
menos lo esperas, algo como un garabato distorsiona todo a su paso, entonces
nos quedamos burlados en el escenario y nuestra próxima alternativa a
veces es la misma indiferencia.
Como la rapiña del mendigo que se acerca vestido
de político y sigiloso se mueve por el bufete de
imprudencias, llevándose una manzana sin pagar, por el puro echo de
creer que tiene poder absoluto sobre los hambrientos.
Y no por el echo de robar, si no de la indiferencia que se crea
del hombre que hay.
Se cae en lo insensible. Y es que así, no se puede.
No es una imposición externa, ni de fuerza de al ley, ni
el peso de la opinión publica, ni el concejo de los mas cercanos, tampoco se aprecia
una previa inclinación a la disidencia, no les guía el afán de la rebeldía, si
no el pacifico convencimiento de que a veces hay cosas que no se pueden hacer.
Es a veces como un impulso irremediable.
Siendo un poco desobediente al tema principal, mas que el relato
de una extorción, o de las vivencias urbanas que nos pueden pasar a diario: por
que uno nunca se salva de ser sorprendido una y otra vez por las garras de la
suciedad, digo... de la sociedad.
Me inclino un poco mas por la epidemia silenciosa que nos ahoga. La
epidemia de la frialdad, de la indiferencia que nos creamos como ciudadanos,
como seres humanos.
Es que es sorprendente, como hay personas que pueden hablar en
silencio.
No es arriesgar la vida para salvar al mundo, es salvar al mundo
por medio de la expresión en silencio.
Cuando no se habla, no se puede mentir, entonces es la hora de la
verdad.
Cuando en los parques se dibuja la tenue penumbra, un
garabato cae del cielo para todos sus visitantes, se vincula el secreto del
gesto, ella habla en cilencio. Los
parpados ajenos pesan en la oscuridad, a veces algunos miran, pero no ha
detalle, se envuelve cada dia la indiferencia, pero que le vamos a hacer, ella
es arte.
Llega por las tardes montada en bicicleta de esas que tienen un
faro y asiento de cuero, piel dura como la fuerza de su mirada.
Viste de negro su leotardo con unas mallas negras inspira que es
intelectual, con sus piernas muy largas, su delgadez irrumpe el maquillaje blanco que tapiza el relieve de
su facción.
Pinta una circulo en el centro de su boca sin terminar de definir
bien el largo de sus labios de rojo la sangre que no tiene, y entonces,
comienza la función.
El tema: Consta solo de intuición.
Al comienzo se halla naturalmente, la inspiración
inexplicable probablemente, pero después se aprecia en la artista una mirada
calma y fría para con su obra, se juzga con neutralidad, quizá ella crea
peligroso partir con el impulso de la pasión.
El silencio es su imagen, empela con su cuerpo y
se fundo con los elementos allí presentes, traduce lo humano a lo urbano.
Es muy cómica pero siempre profunda, me gusta
cuando inyecta nuestras pupilas, con las tragedias, las injusticias, el hambre,
la sátira de lo real nos hace meditar o por lo menos, me hace divagar en un
clima de silencio absoluto. No parece locuaz pero si elocuente, ella no pone
palabra de más en el texto original.
Su escenario perfora con el silencio y ella perfora
la vida de cada humano, lastima que quizá nadie nunca lo sabrá.
Las palabras dan la imagen del pensamiento, pero
es que simplemente a veces no hay palabras.
Se hace de sus límites, y otra vez de ellos es
limitada a la búsqueda de la perfección a través del movimiento, por que su interés
es llegar a emocionar.
La palabra tiene más posibilidades de expresión,
puede mentir, tener doble sentido, puede engañarnos como cada conflicto que
vivimos, tiene a veces doble intención.
Ella intenta sujetarse aun preceder claro y visible,
me gusta, ella no pone enigmas.
Es inmediatamente entendida y atrapada al
espectador por las normas, la belleza y el contenido del mensaje.
Sus mimodramas pretenden para mis sentidos ser el
mero reflejo de quien trasmite la tragedia a manera de sátira, igual que un
periodista, acude a las raíces de la historia, analiza quizá todas las
influencias que ha recibido y se convierte en historiadores del ahora.
Ella no esta de acuerdo con la realidad, con la inmortalidad,
con la indiferencia, pero tiene afán de rebeldía, sino todo lo contrario, ella
a diferencia, tiene el pacifico convencimiento de que hay cosas que se pueden
hacer.
Gritos de indiferencia.
Un estilo propio, inventando una gramática, un
lenguaje encarnado, por que donde no hay gramática el arte no existe.
“Respiraba a bocanadas tu ausencia, escuchaba tu
mirada, pero no decías nada, una y otra vez aúlla, persiste el silencio, el
reclamo”
Imagina que alguien pueda hablarte en silencio.
T.
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