Cometimos el error imperdonable
de encontrarnos e ignorar
que las palabras apretaban más
y más
la correa del verso afilando su cuchillo en la hoja contra una voz inhumana
que desgarraba la saliva sobre el ojo.
de encontrarnos e ignorar
que las palabras apretaban más
y más
la correa del verso afilando su cuchillo en la hoja contra una voz inhumana
que desgarraba la saliva sobre el ojo.
Sólo la tierra
se prestó voraz para arroparnos
y olvidar que un día
existió un lugar
llamado: nuestro.
se prestó voraz para arroparnos
y olvidar que un día
existió un lugar
llamado: nuestro.
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