domingo, 8 de abril de 2012

Si yo fuera un hombre, soltero en momentos de sobriedad: Sería algo así.

Desgracias de la sobriedad 
Sobrio me levanto. Sobrio voy al Seven Eleven y me desayuno una bolsa de papas fritas, una jarra de café, un chocolate Larín de envoltura azulosa o plateada (porque tampoco importa: todos saben igual). Sobrio retomé el auto con la excusa de las lluvias y dejé de caminar. Sobrio tengo cinco kilos más, fumo dos cajetillas diarias y me dejo crecer la barba sin mirarme al espejo.
Sobrio acumulo todo tipo de manías. La última, darle F5 al teclado de la computadora esperando a que el siguiente correo no sea el de la viuda africana que me ofrece 50 millones de euros. Un F5 para que aparezca una noticia impactante, fantástica: Que arrestaron a Elba Esther Gordillo; que Humberto Moreira vuelve a dar clases en una primaria; que Enrique Peña Nieto olvida el copete en una cafetería y lo derrotan en 2012; que Andrés Manuel López Obrador pierde el habla en un mitin y regresa a Macuspana. Pero el F5 tiene sus limitaciones, sabemos.
Sobrio regreso a casa cada día de la semana y me acuesto temprano. Simone y Niño, mis dos chiquitos, me lamen la palma y sobrio les doy las gracias por estar conmigo. Y los sábados, como recompensa por su lealtad, vamos juntos al súper a surtirme de cigarros, salchichas de pavo y pan para hotdog, yogurt para beber que ya no bebo, Tostitos para hacerme nachos sin queso. Sobrio voy el domingo a trabajar con ellos a la oficina –cuando no hay nadie y le ladran a una mosca–, y por la noche veo Padre de Familia, luego Los Simpson, después Seinfeld, y Will and Grace, y al final una película que no sea de amor o de espanto, por favor, sino del espacio, de balazos laser con pistolas transparentes y morsas con cascos blancos que toman Martini como James Bond.
Sobrio acomodé los bookmarks del Chrome en orden de importancia: Facebook, Twitter, cinco portales de noticias, cinco de revistas, unos de diseño, mi correo electrónico y contadores de hits con los que verifico que a pesar de que ya casi no escribo cosas personales y hablo de puras pedanterías políticas hay algunos lectores fieles. Sobrio veo cómo el mundo se está descomponiendo y he perdido la esperanza de que este país tenga remedio. Sobrio he vuelto a ver mi colección de películas de virus de laboratorios que se escapan por un error y salen zombis de debajo de las coladeras y acaban con la humanidad.
Me duermo sobrio y tengo sueños extraños, también. Pesadillas. Hace unos días era recolector de basura en los callejones del centro de Ciudad Juárez. Hace semanas estuve en Shanghái y escuché una conferencia impartida por don Porfirio Díaz. He llegado a ser mimo, maestro de manejo, y una vez desperté casi llorando cuando soñé que era Legionario de Cristo.
Sobrio me despierto y siento que los perros no duermen por verme roncar inquieto. No sabrán qué hacer.
“Mañana será otro día; quizás uno mejor”, digo cuando paso por enfrente de mis cantinas favoritas y veo por las ventana que los meseros, el bartender, los que fuman a la entrada y los que piden la siguiente ronda no han bajado la guardia y construyen, para los que estamos afuera y para los que están adentro, un mundo mejor. Aunque sea un mundo de ilusiones.
Un hombre sobrio carga las montañas; uno que bebe, las construye a diario.

5 comentarios:

  1. Si tu fueras hombre absolutamente me hubiera insinuado desde el principio haha. Saludos!

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  2. "Un hombre sobrio carga las montañas;uno que bebe, las construye a diario" Re buena la frase! Seriamos buenos amigos jajaja.

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  3. Ingenioso el asunto pues.

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  4. Me gustan tus desayunos, si tu fueras hombre serias un personajazo, pero siendo mujer eres perfectamente un símbolo lleno de curiosidades.

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  5. Si tu fueras hombre...eras mujer? Hahaha mentira! Pues si eres mi mejor amiga, seria fenomenal poder orinar juntos y cotorrear hahaha. Esta buenazo tu texto...Yo quiero ser asi cuando mayor.

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