El teatro:Una pasion. El Bailarin :Un medio

La oscuridad total desplegaba hasta tus tobillos y el estresante movimiento que hacen tras el telón endulza las ansias de tu más tímido deseo.
La euforia que contagia un publico tan estridente te arranca la traquea y te saca los pulmones, y de un congelamiento total, el escenario se expande junto a ti, como el de una calida sonrisa en medio de un silencio insoportable.
Te desenvuelves con la placidez del océano, entras en escena con un peculiar rechinido en la puerta, haces la señal perfecta y una traza marca tus pasos con los colores que te envuelven los movimientos.
La frescura de tu mirada, provoca una candente admiración por saber que hay más allá de tus ligeras mallas de ballet. Con una firme postura, de gallarda facción, y unos ojos como de nirvana saqueas las miradas.
No tambaleas, Amenos que debas hacerlo, y de tus pasos se disipa una silueta que suena a voz longeva.
Tus pasos embelezan hasta la quinta fila y embriagan el alma como de cavernas presionas y oasis en medio de la perdición, pero tú te mantienes sobrio.
Expresas la verdad, pero tienes un toque de rapiña, impones respeto pero provocas sutiles sonrisas.
Lucidamente danzas, donde como notas musicales se unen la ortografía y las letras, se escuchan libros y los tiempos son marcados por los silencios.
Y te detienes…
Te detienes frente a todos, frunces el seño en muestra de desentendimiento, como si no comprendieras nada, como si nunca hubieras podido nacer y respirar, y tu mirada penetra las paredes del Jaime Torres de Bodet.
Tus ojos se inundan de pasión y la euforia de aquel público te aglutina cada vértebra que logra sostenerte.
El drama de tu movimiento cautiva al espectador con la inteligencia de cada uno de tus gestos.
Tu delgadez irrumpe los límites pero la rigidez de tus músculos proyecta un arduo trabajo, cuando te quedas congelado en saltos perfectos que perforan la sensibilidad.