lunes, 3 de enero de 2011
MMX
El MMX entró de manera inesperada, no tan explosivamente como esperaba quizá, pero si con un sabor agridulce. Siempre unos minutos antes de terminar el año logro pensar en las cosas que hice, en las personas que conocí, y en las personas que siguen siendo parte de mi vida, por lo menos hasta hoy. Pero no son los extremos los que definen un todo. En este bloque de momentos han pasado muchas cosas, que, buenas o malas, han definido un trozo de nuestra vida. El invierno entró bien, la primavera fue dudosa y, el verano frenético, el otoño fue de reencuentros y cambios, y este nuevo invierno está siendo demasiado frío pero basto .Se llena todo de expectativas y todos soñamos con algo, es ese picante juego entre la boca de desear algo y lograr tenerlo algún día, logras verlo irse, o logras tenerlo entre tus manos, así son los deseos, y el anhelo que tenemos de ellos. Solo quiero que las cosas se sitúen en planos estratégicos y no desear nada exactamente. Así es, este año aprobé y comprobé el hecho de que uno de nuestros más grandes errores es que esperamos algo de las personas, los anhelos sobe nosotros mismos es lo que tenemos. Tengo dos propósitos en este año que entra. Uno no viene a cuento, y el otro es no desear mas allá nada de nadie, solo ser sorprendida por lo que nace de la espontaneidad de los seres humanos me rodean, ser enamorada por actos que nacen, ser sorprendida por actitudes que jamás esperare ni siquiera que me pasen por la mente. Al menos te tengo a ti. Gracias por querer pasar un 2011 conmigo. Por si no lo sabías… te quiero.
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