A veces despierto con la idea de que tengo un casi imperceptible límite emocional, pero no me dura más que un recorrido en bicicleta por la avenida central. La autocensura está más presente que nunca.
Pensé que tal vez ya podría descomprimir la energía que me llevaría al equilibrio, pero tras líneas y líneas eliminadas por considerarlas poco menos que recortes de un tríptico de los testigos de jehová, acabé por darme cuenta que lo que pudo convertirse en el peor año nunca antes, finalizó siendo el más serio de todos.
De lo único que puedo jactarme es de tener entereza así me retuerza de ansiedad.
Fin de las líneas sin sentido por un buen rato, promesa apocalíptica. Disculpen las molestias.
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